Las personas que se inician en el Tarot alguna veces se obsesionan con memorizar el significado de los Arcanos Mayores, en primer término, y el de los Arcanos Menores posteriormente.
Es bueno aclarar que aunque la memoria es una condición importante para el Tarot, esta cualidad no lo es todo. No se trata de repetir como robots un texto aprendido en los libros de Tarot, sino que es un arte que va más allá, inclusive hasta la adivinación, la percepción extrasensorial y la videncia.
El instinto, por ejemplo, es también fundamental y sobre todo estar disponibles para escuchar nuestros propios instintos y lo que nos transmite cada figura, es para eso que cada carta está cargada de simbolismos, de iconos y significados pero no sólo la aproximación teórica y académica sino también por la percepción.
El lenguaje no verbal también puede ayudar mucho al tarotista, puesto que cualquier gesto del consultante durante la lectura puede indicarnos si vamos bien o mal, si al consultante le gusta o no lo que le estamos diciendo, si estamos acertando o si nos estamos desviando del tema. Apenas un gesto o una inflexión de la voz (en el caso de las consultas telefónicas) puede darnos pistas sobre cómo está recibiendo el consultante la información que le aportamos sobre lo que nos indican las cartas del Tarot.
La empatía es una habilidad social básica para el tarotista, podemos decirle la verdad «dulcemente», recordemos que no es tanto lo que decimos sino cómo lo decimos. Es oportuno recordar que muchas veces los consultantes acuden al tarotista porque se encuentra mal, agobiados, deprimidos o preocupados y lo mejor será ser prudentes, darles las malas noticias de a poco y a su vez, intentar alentarle. El consultante valorará la empatía del tarotista y le volverá a buscar para consultas sucesivas.